Inversiones

Coleccionar arte contemporáneo implica respaldar a artistas cuya cotización todavía se encuentra en construcción y para los que la oferta (el número de obras en circulación) generalmente continúa evolucionando. Como resultado, los precios son más volátiles para este período de creación que para ningún otro, lo cual lo convierte en el más atractivo y arriesgado del mercado del arte. Los ascensos extraordinarios y súbitos precios explican la fascinación de los coleccionistas por este mercado, pero no es sino a largo plazo que una cartera de obras contemporáneas se revela económicamente interesante, una vez que las perspectivas de rendimiento compensan las incertidumbres.

El enorme crecimiento de los precios obedece a dos fenómenos complementarios: la aparición continua de nuevos artistas y la elevación de grandes nombres al rango de iconos. Los riesgos de caídas del mercado y los reajustes periódicos de los precios no logran frenar el número siempre creciente de coleccionistas.

A la luz de estos datos macro y microeconómicos, el mercado del arte lleva 18 años afirmándose como un valor refugio ante las crisis económicas y financieras con rendimientos sustanciales y recurrentes. Mientras que los bancos centrales se dedican a aplicar tipos de interés negativos que aniquilan, literalmente, los ahorros de la población, el mercado del arte muestra un estado de salud insolente, con un crecimiento del 1370% de los ingresos anuales solo en el segmento del arte contemporáneo en 16 años. El resultado es un sólido crecimiento lineal del valor medio de una obra del 115%, lo que corresponde a un rendimiento annual medio de +4,9%. Sin embargo, este aumenta hasta + 9%, para las obras adquiridas por más de 20.000 dólares.

Consagración a las subastas

El comienzo del siglo XXI ha sido testigo de la entrada en el panteón de la historia del arte de un conjunto de artistas nacidos en las décadas de 1940, 1950 y 1960. Incorporados a las mejores colecciones, expuestos en los mejores museos y respaldados por influyentes comerciantes, han visto cómo se disparaba el precio de sus obras hasta alcanzar cotas previamente reservadas para las grandes obras maestras.

Si bien no han adquirido todavía el aura de los grandes viejos maestros, las estrellas del mercado del arte contemporáneo gozan de una cobertura mediática y una originalidad que exaltan a los postores. Con los años, sus mejores obras se han convertido en iconos del arte contemporáneo. Quienes repiten hoy en las subastas dan testimonio de la metamorfosis de la demanda.

Aumento del valor (selección) de las obras contemporáneas

Julio 2015 – Junio 2016 / © artprice.com

La vanguardista obra de Richard Prince nos ofrece este año un sorprendente ejemplo de la velocidad y la fuerza de esta transformación. El lienzo Two Leopard Joke (Broma de dos leopardos, 1989), adquirida por 26 500 dólares en mayo de 1993, en Sotheby’s de Nueva York, se ha revendido por casi 180 veces esta cantidad 13 años después. Por supuesto, nadie podría prever el espacio que esta obra ocuparía en la historia del arte contemporáneo. El índice de precios de Richard Prince no comenzó verdaderamente a dispararse hasta 2003.

Índice de los precios de Richard Prince y Günther Förg

Base 100 en enero 2000

Otro resultado excepcional registrado este año hace hincapié en la influencia de la muerte de un artista en su cotización. Cerrada de forma definitiva su producción, pareciera que la desaparición de un artista despierta su mercado de forma repentina, de lo cual han dado testimonio recientemente las ventas de Günther Förg, que falleció en diciembre de 2013. Untitled (Sin título, 1987), comprada por 26 000 dólares un año antes de la muerte del pintor, se hizo con 438 000 dólares en junio de 2016. Si bien la plusvalía no es tan importante como la registrada por Two Leopard Joke (Broma de dos leopardos, 1989), sí resulta particularmente notable por la velocidad de la operación: +102% de crecimiento anual… ¡El precio de esta obra se ha visto más que duplicada cada año durante cuatro años!.

Construcción de los precios

Más que nunca, las noticias sobre un artista repercuten rápidamente en su cotización. Tanto la oferta como la demanda tienen en cuenta toda la información disponible hoy en día, contando a veces con una fuerte influencia sobre la realidad de los precios.

Entre los ejemplos recientes, el de Joe Bradley (1975) llama especialmente la atención. Destacado en 2011 a ambos lados del Atlántico por las galerías Almine Rech y Gavin Brown Enterprise, sus obras tomaron por asalto las salas de subastas, donde su volumen de negocios se disparó de 100 000 dólares en 2010 a 10 millones de dólares en 2015.

Volumen de negocio de Joe Bradley (1975) en subastas

Su cotización culmina con un nuevo récord, por encima de los 3 millones de dólares, en noviembre de 2015 en Christie’s de Nueva York, después de que la galería Gagosian lo incluyera en una primera exposición colectiva. La siguiente sesión confirma el aumento de los precios: Harold (2010), una pintura adquirida por 195 000 dólares en 2012, se vende por 485 000 dólares. Su valor se ha visto más que duplicado en tan solo tres años.

Caídas del mercado

La extraordinaria rentabilidad de ciertos autores se ve, inevitablemente, contrarrestada por la desaceleración del mercado para muchos otros artistas. El actual período de vacilación conduce a importantes ajustes de precios, y estos pueden caer con la misma rapidez con la que antes se han alzado a la cumbre. Dando un paso atrás, el cambio aparece, sin embargo, como un simple retorno a los precios correspondientes a un ahora eficiente mercado del arte.

En el centro de los artistas contemplados: la generación nacida en la década de 1980, sobre la cual los coleccionistas se habían lanzado con avidez entre 2010 y 2014. Jacob Kassay (1984) cuyo lienzo Untitled (Sin título, 2010) había alcanzado los 125 000 dólares en mayo de 2014, vio cómo esta obra perdía el 60% de su valor, para ser finalmente adjudicada por 50 000 dólares el 11 de noviembre de 2015, en Christie’s Nueva York.

En el curso de la misma venta, una escultura de acero de Jeff Koons, Jim Beam-Box Car (Coche de caja de viga de Jim, 1986), fue adquirida por 845 000 dólares. Una fabulosa cantidad para esta pequeña escultura realizada en tres ejemplares, pero un resultado decepcionante comparado con su precio de compra anterior, cerca de 2 millones de dólares en mayo de 2008, justo antes de la crisis de las subprime.

Esta impresionante depreciación demuestra que las estrellas del mercado del arte contemporáneo no son inmunes a los ajustes. También algunas obras de Jean-Michel Basquiat podrían haber obtenido mejores pagos. Entre ellas, Untitled (Head of Madman) (Sin título, Cabeza de loco; 1982) que fue comprada por algo más de 12 millones de dólares en Nueva York en 2013 y, en febrero de 2016, registró un descenso de 3 millones de dólares, en Sotheby’s de Londres.

Crecimiento a largo plazo

En general, el mercado del arte contemporáneo afortunadamente conserva su rentabilidad a medio y largo plazo. A pesar de los diferentes ajustes sufridos, el índice de precios muestra que este sector mantiene la vitalidad adquirida a comienzos de los años 2000. El crecimiento de un 1370% en 16 años no precisa de ningún comentario.

Indice de los precios – Arte Contemporáneo comparado con el  Mercado global

El crecimiento de los precios cedió una primera vez, a raíz de la crisis de 2008, y desde entonces continúa buscando un equilibrio, oscilando en períodos de dos a tres años. Aunque el mercado del arte contemporáneo se beneficia de algunos resultados fuertes, sin embargo, sigue estando dominado por las subastas inferiores a 400 000 dólares, que representan el 99% de las transacciones, pues, al final, el sólido crecimiento de los precios del arte contemporáneo reside en una amplia gama de precios, entre los 10 000 dólares y los 400 000 dólares.

Reparto de las ventas de Arte Contemporáneo por rango de precios

Julio 2015 – junio 2016 / © artprice.com

Mediante la compra de obras contemporáneas, el coleccionista acepta no saber el lugar final del artista en la historia del arte. Sin embargo, los últimos 15 años han demostrado que una cartera bien diversificada de obras contemporáneas podría pretender un rendimiento anual de +5,6%, muy por encima de los 2,3% del mercado del arte en conjunto.